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LOS 101 KM.. DE RONDA DE NUESTRO COMPAÑERO "EL VETERANO CAPITAN VICIANA"

MI CRÓNICA DE LOS 101 KM DE RONDA 2011
No me es facil redactar una nueva crónica de los 101 Km. Son ya seis las pruebas en las que he participado de este tipo, cinco en Ronda y el año pasado en Ponferrada, aunque no siempre he podido acabarlas, si guardo un fuerte recuerdo de cada una de ellas. Y es que esta carrera forma ya una parte inseparable de mi vida, más bien se ha convertido en una forma de vida para mí, donde cada año, como un ave Fénix, necesito darlo todo y vaciarme totalmente en cada nueva “aventura” para resurgir de las cenizas de manera totalmente renovada, creciendo así como persona, ganando en amigos y con amistades realmente sinceras e implicando tambien al resto de mi familia y conocidos. De manera inseparable yo formo parte de los 101 Km de Ronda, y a la vez ellos de mi.
Tras el rollo filosófico paso a narrar un poco como ha ido el tema este año.
Lo primero, decir que como la cosa siga así vamos a tener que fletar autocares a Ronda en próximas ediciones, pues todos los que lo prueban no solo quieren repetir sino que arrastran a sus amistades a probarlo. Veremos a ver donde acaba todo esto.

La mañana de la salida se presento fria y con un poco de lluvia que nos hizo dudar a todos sobre qué ropa llevar desde el inicio, aunque gracias a las previsiones meteorológicas que nos facilitó Enrique Tenorio se acabaron las dudas, fuera los chubasqueros y a por todas. Ha cambiado el lugar de salida y me ha dado la sensación que hay más participantes que en la última edición.
Salida tranquila aunque de momento nos desperdigamos debido a la masa tan enorme de participantes. Los primeros kilómetros los hago en compañía de Francis en plan tranquilo y cuando Ramón Picaro nos adelanta se van juntos para adelante y yo me quedo más retrasado para ir poco a poco. Sé que el nivel de Ramón es mucho mayor que el mio y hubiera sido un suicidio el acompañarlos.
Los Kilómetros pasan y por detrás llega Amador Sánchez, amigo Cantarranas y compañero en varias ediciones del Cascamorras, tras unas fotos y unos saludos se va tras Ramón y Francis para intentar ir con ellos. Yo a mi bola, para adelante poco a poco y disfrutando del evento. Ya en Navetas adelanto a Juan Escudero, que con una lesión que arrastra no puede ir a su verdadero nivel, pero su determinación lo hace tirar hacia delante como sea y a un ritmo muy inferior al suyo, y al mio tambien por lo que finalmente lo dejo atrás y continuo mi camino en solitario.

En el Km 35 comienza un año más la ascensión al Salinas y me lo tomo con mucha calma para no reventar; además, de nuevo en ese sitio vuelvo a tener problemas estomacales y de nauseas al igual que en la edición anterior y que me obligaron a retirarme a mitad de camino. No sé porqué pero de repente se me hizo la luz en el siguiente avituallamiento cuando iba a rellenar de agua mi bote en una cuba del ejercito. Me dieron nauseas solo de ver esa agua y me fui hacia el avituallamiento y le pedí a un legionario que me llenaran el bote de agua mineral. Fue probar esa agua y se me pasaron las nauseas y poco a poco mi estomago se fue recuperando. Se vé que el agua de las cubas que las llenan de aljibes no me cae bien y en adelante solo tomé agua mineral.
Llegamos a Alcalá del Valle sobre el Km 50, accediendo a traves de una cuesta empinada de bajada y que no tenia nada que ver con la que nos esperaba de subida para salir del pueblo, yo calculo tramos de un 30% de desnivel. Menos mal que solo tendría unos 500 metros que si no se quedan allí la mitad del personal.
Al salir de allí empiezo a tener problemas musculares, un isquiotibial, a la altura de la rodilla se me inflama y empieza a dolerme a orrores. Pienso que va a costarme el abandono antes o después y surgen las primeras dudas, pero de algo ha de servir la experiencia.

A Setenil, en el Km 60 llego casi paseando y haciendome fotos para no forzar la pierna y entrando me cruzo por segunda vez con nuestro compañero Cantarranas, Paco Bueso, que hace la carrera por primera vez, pero cual es mi sorpresa cuando me encuentro a Francis con mala cara y diciéndome que habia abandonado porque habia reventado, cosa lógica si se quiere seguir la estela de Ramón Picaro. Creo que Francis pagó la novatada, no solo por ir a un ritmo superior al suyo, sino por enviar la mochila a un punto demasiado lejano y encima avisar para que la devolvieran a meta, por lo que se quedó sin opciones de seguir cuando le dije que me acompañara el resto del camino, pues la experiencia me dice que en estas carreras se pueden superar pajaras con un poco de calma, de descanso y de alimentación.
Ya en el avituallamiento me encuentro con Amador de nuevo y me ofrece su bote de reflex que me vino de maravilla tal y como tenia yo la pierna, así que tras cambiarme de ropa, estirar un poco y comer algo, tiro hacia delante con la noche acercándose ya. He de reconocer que tuve que pasar mi pequeño calvario por culpa de la pierna y el dolor tan intenso a cada paso que tenia que dar por lo que en adelante tuve que ir parando donde habia servicios medicos donde me masajeaban un poco la zona inflamada y me ponian alguna crema antiinflamatoria.
Entre Setenil y el Cuartel, Km 60 tuve que sufrir el pedazo de cuesta de subida y la “hijaputa” de cuesta de bajada que a todos los participantes nos marcó, pues nos deshizo los pies y todas las fibras musculares de nuestras ya de por si cansadas piernas.
En el Cuartel lo tenía claro, acudir al servicio médico y si me decian que la lesión era grave y que abandonara lo haria. Más de una hora perdí haciendo cola, cambiándome de ropa y comiendo algo pero al menos un fisio que me atendió me dijo que si queria continuar que lo hiciera pues no habia nada roto, salvo una inflamación bestial en el isquio, pero que tuviera claro que iba a tener que sufrir dolores a lo bestia el resto del camino, como así fue, aunque un ibuprofeno que me tomé me ayudó en parte a mitigar las molestias.
Allí, antes de salir del Cuartel, recibí unos correos de mis hijos, María y Andrés deseándome animos y alentándome a seguir y a que no tirara la toalla. Ni que decir tiene que esos mensajes me dieron alas, pues aunque me dolia mucho al mover la pierna, las fuerzas las tenia a tope y aunque era de noche y apenas se podia correr, el caso es que hasta meta, desde el Cuartel adelanté a cientos de participantes, llegando a la par con gente que habia salido del Cuartel una hora antes que yo.

Es bonito llegar a meta con los tuyos esperandote y dandote aliento en los metros finales, eso sí, aunque me dolia a rabiar lo hice trotando, como debe ser y con la sonrisa de oreja a oreja, y para qué nos vamos a engañar, con alguna lagrimilla que se me escapó por la emoción.
Hemos sido muchos los amigos que hemos acudido en esta expedición, dando cada uno todo cuanto tenía dentro. Unos llegaron a meta y otros se quedaron por el camino, aunque todos pueden considerarse cientouneros pues en esta carrera son demasiadas las cosas que encuentras por el camino y el llegar a meta es sólo una más. Aunque este año se me ha quedado cierto sabor amargo por mi amigo Jose Expósito, cientounero como el que más, pero que debido a problemas de su metabolismo ha vuelto a quedarse sin poder saborear las mieles de la victoria. Es demasiado tener que retirarse en dos ocasiones seguidas, y además en el mismo sitio pero me comprometo a que si él lo desea, en otra ocasión lo acompañaria y si fuera necesario hasta lo llevaria en brazos para cruzar la meta con él.

Por último, no quiero dejar de nombrar a los que considero heroes de esta expedición trotanoches. Antonio, Inma y Laura nos han dejado a todos boquiabiertos, han conseguido lo impensable, lo imposible a priori, quizás porque ni ellos mismos sabían que era imposible. Enhorabuena a todos los que habeis participado, y gracias a todos los que nos habeis acompañado.

Jesús Viciana.

PD. Solo el que se rinde pierde la batalla.

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