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LOS TROTANOCHES EN LA MEDIA DE LORCA

ACCITANOS POR LORCA
LOS DE GUADIX ANTES DE LA SALIDA

Hoy tocaba madrugar,a las 6:45 h. Ismael y yo (Fabián) marchábamos hacia Lorca. A las 8:30 h. ya teníamos el dorsal y habíamos desayunado.

Después de haber intentado dormir un poco en el coche, cosa que fue imposible, fuimos al encuentro de Cristina, Paco y José Miguel por los alrededores de la salida.

El sol no brillaba por culpa de unas nubes que lo tapaban, aunque no amenazaba lluvia, la temperatura, era muy buena para la práctica de nuestro deporte y, corría una brisa que nos vendría genial para bajar la temperatura corporal.

Cristinay “el presi” habían decidido por la lesión de este, además de por otros motivos, correr los 12,500 m. saludables.
2 TROTANOCHES DE LUJO- CRISTINA Y CARRASCO
OTROS 2 TROTANOCHES HERMOSOS-EL PRESI Y EL PEÑAS

Los demás, aunque también tocados por las molestias, nos aventuramos en la media maratón.

El pistoletazo de salida sonó, formando todos los accitanos la retaguardia de la masa multicolor.

Los que íbamos a intentar los 21 km. decidimos, por las características del trazado prácticamente llano, ir a una media de aproximadamente 5 min/km durante todo el recorrido, hecho que más o menos todos conseguimos…. “bueno… más bien más, que menos”
NUESTROS COLORES DAN LA NOTA
El haber salido los últimos hizo que siempre fuésemos nosotros los que adelantáramos a los que se iban quedando rezagados, motivo de ánimo permanente. En este mismo sentido hay que decir que había público en todo el recorrido, ya que era un circuito cerrado de varias vueltas, y tanto sus aplausos como su presencia ayudaban a que los pasos de los kilómetros fuesen más llevaderos.

A lo largo de la carrera saludamos a un par de paisanos que habían venido esta misma mañana de Guadix para participar también en el evento.
FABIAN, ISMAEL Y JOSE MIGUEL POSANDO

Cristinay Paco se desviaron para acabar sus 12,5 km. Poco después José Miguel se quedó un poco atrás por culpa de su rodilla y, a falta de tres kilómetros decidí esforzarme un poco más, arriesgando la reciente recuperación de mi lesión en el gemelo, y me fui dejando un poco atrás a mi buen amigo Ismael, ya que no se había recuperado del todo de su participación la semana pasada en la media de Granada.

Al final muy contentos con los tiempos: 1:46, 1:48 y 1:53 pero que muy contentos ¡!ya que ninguno de nosotros venía a ganar !!solo intentar acabarla y a poner una pincelada de color con nuestra vestimenta.
BUENAS VIANDAS PARA DESPUES DE LA CARRERA

Para acabar me gustaría mencionar la correcta organización, la buena bolsa del corredor con la que fuimos obsequiados y el abundante aperitivo que hubo al finalizar la carrera. Bueno, por poner un pero, hubiese estado bien mas grifos de cerveza, por eso de las colas.

Conclusión:

Volveremos.

el que escribe: Fabián







NUESTRO COMPAÑERO RAFA VEGA EN LA MARATÓN DE NEW YORK


New York, New York
En la base del Verrazano Bridge, unos acordes que me resultan familiares interrumpen mis pensamientos. Andaba ensimismado, totalmente fascinado por la magia que inunda este rinconcito de Staten Island el primer domingo de noviembre. De repente, la voz dulce y armoniosa de un aspirante a Frank Sinatra rompe el solemne y ceremonioso silencio en el que estamos inmersos los 47.000 corredores que hemos peregrinado a esta especie de meca de las maratones. “Start spreading the news, I’m leaving today. I want to be a part of it, New York New York”. Al mismo tiempo que escucho la canción, la voy traduciendo en mi pensamiento, tratando de interiorizarla. “Quiero formar parte de esto, Nueva York”, me digo a mí mismo. Y caigo en la cuenta de que ya es la cuarta vez consecutiva que cumplo ese sueño que hace un lustro podría parecer inalcanzable: correr una maratón. Y hacerlo en la ciudad de los rascacielos.

Son las 9:35 de una mañana fría, pero menos gélida de lo que esperábamos. Se agradece, aunque a estas horas aún llevo los guantes puestos. “I wanna wake up in the city that doesn’t sleep”. La segunda estrofa de esta especie de himno, de este canto a la ciudad que nunca duerme, sirve para que vaya entrando en calor. Las pulsaciones empiezan a subir y los vellos de punta casi rasgan las mangas de mi camiseta.

Quedan pocos minutos para que retumbe por los cinco distritos de la Gran Manzana el “Are you ready to run?!?” que precede al pistoletazo de salida. Y eso se nota en las miradas de todos los que empezamos a poner nuestros relojes a cero. Unos con la vista al frente, con un objetivo claro. Otros, clavando sus pupilas en el suelo, dándole una mística trascendente al momento que estamos viviendo. Una maratón, miles de historias personales condensadas en estos pocos metros cuadrados de puente que atraviesa el Río Hudson para llegar a Brooklyn. “Con alcanzar la meta será suficiente”, piensan unos. “Tengo que bajar unos segundos mi mejor marca”, mascullan los más ambiciosos. “And find I’m a number one, top of the list, king of the hill”. Me convenzo de que soy el número uno, el rey de la colina. Y es así. No compito contra nadie, solo contra mí mismo. Eso ya es suficiente. He conseguido completar mis entrenamientos de forma satisfactoria y ahora solo falta rematar la faena, tener un buen día y que las cosas salgan bien.

De repente, me veo tarareando el “New York New York” igual que lo hacen todos los que están a mi alrededor. Es una comunión de almas, da igual que seas blanco, negro o amarillo. Un grito universal que cantamos al unísono todos los que hemos llegado hasta aquí. Runners de distintos rincones del planeta unidos por esta mágica ciudad y su maratón. A partir de ahora nos queda por delante asfalto y corazón. 42 kilómetros de sueños, sufrimientos, esfuerzos y felicidad. Allá, a lo lejos, se divisa la silueta de Manhattan. Y en su interior nos espera Central Park, esa especie de paraíso en la tierra con el que tantas veces hemos fantaseado en nuestros entrenamientos. Hoy está más cerca que nunca. “If I can make it there, I´ll make it anywhere. It’s up to you”. Si lo puedo hacer allí, lo puedo hacer en cualquier parte. Solo depende de ti.

Los pasos que antes eran cortos empiezan a hacerse cada vez más rápidos, las pisadas acompasadas de nuestros pies levantan una leve polvareda que no impide disfrutar el momento. Empieza a languidecer la música, se apaga la voz del cantante. Nos estamos aproximando a la línea de salida. Suena el estruendo que marca el inicio de la carrera. El pitido de los chips es cada vez más perceptible, lo que anuncia que ahora empieza lo bueno. Salto por encima de la alfombra y aterrizo con mi pie derecho sobre el asfalto. Respiro profundamente y cierro los ojos.

Unas horas después los abro y me descubro con una medalla colgada de mi cuello. Es parecida a otras tres que decoran el salón de mi casa. A simple vista puede parecer un mero trozo de metal. Pero es mucho más. Es orgullo, es satisfacción, es sacrificio, es dolor, es gloria… es haber corrido la Maratón de Nueva York.

Porque, como decía el gran Sinatra, “si lo puedes hacer allí, lo puedes hacer en cualquier parte. Solo depende de ti”.